Ya lo dijo Darwin: Sobrevive el que se adapta a los cambios.
Pero en el caso de la RAE estos cambios no vienen de la evolución natural del lenguaje, y a menudo hasta resultan poco prácticos.
Claro que en algo tienen que matar el tiempo los académicos. Pero que conste que a muchos alumnos les han hecho la pascua y lo que estudiaron el año pasado ya no les vale. ¡Y luego querrán que aprobemos con notable!
Aun así, para el que le quiera poner interés, ahí va una avanzadilla crítica de lo más importante:
- Se acepta prescindir de las mayúsculas en los sms (o sea, lo que todos hacemos desde hace milenios: parece que la RAE se moderniza).
- Para los cargos institucionales se acabó el privilegio de utilizar mayúsculas como antes. A ver si el rey y el papa se han creído que son más que nadie. A partir de ahora, los títulos en minúsculas de andar por casa, seas emperador o barrendero. Esto es democracia.
- Los monosílabos dejan de acentuarse, TODOS, que para algo estamos en la era de la igualdad de género.
- La CH y la LL ya no forman parte del alfabeto: acaban de descubrir que no eran más que dos okupas. Así que a la puta calle.
- la Y se conocerá desde ahora como “ye”. Pero ojo: no ye-ye, no nos pasemos, que tanta marcha no tienen los académicos.
- La V puede ser llamada “b corta”, como cuando aprendíamos a escribir. Un homenaje a nuestros primeros quebraderos de cabeza ortográficos. Gracias.
- Los extranjerismos, pues como suenan, para qué complicarse la vida. Que un “pearcing” es un “pirsin” y “te quiero” es “ai loviu” de toda la vida, ¿o no?
- El punto más peliagudo corre a cargo de los EX. Antes nos podíamos despegar de ellos para siempre, y un divorciado se convertía en “ex marido”. Pero ahora los académicos prefieren escribirlo juntito, como si alentaran la reconciliación: exmujer, expresidente… Craso error. ¡Con lo sano que es poner distancia con ciertas personas!