miércoles

EL NICHO Nº 19


Parece una película, pero es real.
Se llamaba Paloma Cerdán, tenía 25 años, era auxiliar de enfermería y sufría trastorno de personalidad.
Un día pidió ayuda en la calle a un desconocido porque se encontraba mal. El hombre la llevó a su casa y poco después la vio morir de sobredosis.
No conocía su nombre, no la había visto nunca, no sabía nada de ella.
Llamó a la policía y la trasladaron a la morgue. Allí estuvo más de un mes. No fue identificada ni reclamada. La enterraron en un nicho sin identificación: el número 19 del cementerio de la Almudena, en Madrid.
Meses después unos barrenderos encontraron su cartera con el DNI en un parque.
Entretanto, su familia la buscaba por todos los sórdidos lugares que solía frecuentar Paloma desde que se dejó arrastrar por la droga.
Así pasaron tres años. Su madre siempre creyó que la encontraría con vida.


Se equivocaba.
Hace unos meses recibió una comunicación policial: se habían identificado unos restos con los de su hija. Se encontraban en un nicho.
Habían pasado tres años, sin una sola noticia. Y de repente, el misterio de su desaparición se había resuelto.
¿Cómo? De forma sencilla. El Grupo de Desaparecidos de la Comisaría General de Policía Judicial (unidad que rastrea desaparecidos) cotejó las huellas del cadáver con las de aquel DNI. Algo tan básico y simple que cabe preguntarse por qué hasta ahora a nadie se le había ocurrido hacerlo.
Tal es así que su madre pone en duda que se trate de Paloma realmente. Ha solicitado las fotos del cuerpo a la policía científica para asegurarse. Ha pasado mucho tiempo, ha visto muchas cosas, no comprende que podría haberse ahorrado su dolor si alguien hubiese realizado ese simple trámite antes.
Lamentablemente, no es el único caso.
En España hay 12.000 desparecidos, muchos de los cuales podrían localizarse si existiera conexión entre los distintos ficheros policiales siguiendo un trámite tan sencillo como el que ha llevado a la identificación de Paloma.
Existe el progreso, los avances tecnológicos. Pero también muchas Palomas Cerdán anónimas sin identificar. Y muchas familias que siguen preguntándose dónde están sus seres queridos, a los que perdieron de vista un buen día y de los que nadie les ha vuelto a dar noticias. La incertidumbre y la espera no tienen precio, no se compensan con nada una vez que pasa el tiempo.
Todos los desaparecidos tienen derecho a descansar en paz, si es que ya no están vivos.
Sus familiares y amigos tienen derecho a obtener las respuestas que buscan.
La tecnología está para algo, y vivimos en la era de la informática.
¿Por qué no la utilizamos mejor?

1 comentario:

  1. Hay aspectos de la vida tecnológica que no funcionan porque no hay voluntad de que lo haga. Con los ordenadores y buenos programas informáticos se pueden cotejar miles y millones de datos. Sólo hay que tener voluntad.

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