viernes

S.O.S. DELFINES


Dinamarca, bello país, cruel tradición.
Cada año, los jóvenes de las islas Feroe llevan a cabo un rito iniciático que les convierte en hombres: la masacre indiscriminada de delfines.
Los delfines calderones se acercan a la costa confiados, atraídos por el contacto humano. Allí encuentran su muerte. Las aguas se tiñen de rojo mientras ellos gimen con sonidos semejantes al llanto de un bebé, desangrándose lentamente y sufriendo sin más motivo que la brutalidad humana.
Estamos en el siglo XXI, pero algunos lugares aún no se han enterado.

Aunque Dinamarca no es el único lugar donde sucede algo semejante.
Con distintas excusas, en Japón cada año se incrementa la caza y matanza de estos animales. Los pescadores lo justifican como un medio de controlar la población de cetáceos y el excesivo consumo de pescado que producen en sus aguas. No es cierto: desde las limitaciones a la caza de ballenas, la carne de delfín se ha revalorizado. Así pues, esta supuesta "regulación" de los recursos marinos, les reporta un buen montante económico que no desprecian.



Por lo visto, en las islas Feroe también los habitantes se comen a esos delfines.
El hombre es un depredador. Desde que pisó la faz de la Tierra cazó para comer.
Pero ¿es necesario hacerlo con crueldad?
¿Hay verdadera necesidad de hacerlo?
Si la caza es un juego, una celebración o un deporte, deja de cumplir el requisito básico de la supervivencia. Hay otros juegos mucho más cívicos, para practicar en grupo o en solitario, desde el ajedrez al sumo.

Porque no hay que olvidar que PARA TODO HAY ALTERNATIVAS.
Solo es cuestión de buscarlas.

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