Confirmado: la voluntad no es suficiente para ponernos a dieta.
¿Por qué?
Porque los alimentos ricos en grasa son adictivos, al mismo nivel que las drogas, o por los mismos motivos.
Me explico: cuando los ingerimos, el intestino produce endocanabinoides (sustancia similar a los compuestos de la marihuana). Son pura droga para nuestros jugos gástricos. Y las drogas producen adicción.
Eso es lo que nos descubre el último número de la revista PNAS (Proceedings of the Natural Academy of Sciences).
El proceso comienza en la lengua, donde el organismo manda una señal al cerebro que acaba en el intestino. Una vez allí, la señal provoca la generación de estas moléculas que generan más sensación de apetito.
Los científicos estudian si el hecho puede responder a un patrón evolutivo de los mamíferos. De ser así, se podrían estudiar tratamientos para combatir la ansiedad hacia la comida a través de fármacos que inhiban u obstruyan la actividad de esos curiosos endocanabinoides.
Aunque, en cualquier caso, queda clara una cosa: al ser humano le va la adicción. Somos insaciables.
Sin duda estamos atrapados en una diabólica tela de araña donde las adicciones nos acechan y nos esclavizan.
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