miércoles

ARTE Y DENUNCIA: DERECHOS HUMANOS YA


Estos días se celebra en Cádiz la exposición "Artistas unidos por los derechos humanos".
Entre todas las obras y sus distintos enfoques y técnicas, destaca un díptico de Víctor Bardi (Camilo H.): “Diplomacia”. Un collage que abofetea al espectador remontándose al origen absoluto de los abusos y el sometimiento de personas, ideologías y pueblos.
En su línea de retratar ciudades desde el aire, Bardi nos ofrece en el primer cuadro un territorio organizado según sus propios parámetros donde ya empiezan a incursionar la religión (a modo de cruces dispersas) y los negocios (múltiples monedas desperdigadas por el lienzo mostrando el reverso donde figura su valor). Ambos representados en metal, el componente punzante y distorsionador. Sobre papel fotográfico, los elementos locales: caracoles a modo de agrupaciones de individuos, peces boqueantes que claman por sus necesidades y olas que desplazan a las especies autóctonas. Algunos fragmentos de papel nos recuerdan la instauración de la burocracia. Y por entre todo ello, pequeños y dispersos impactos de bala.

Con el segundo lienzo llega la debacle. Menos caracoles y mucho más dispersos. Cruces organizadas sobre una columna vertebral. Monedas de mayor valor a modo de impacto y casquillo sobre inmensos charcos de sangre coagulada. La burocracia ha crecido. Ya no quedan peces.
La denuncia del autor es clara, pero el dinero lo compra todo, hasta el silencio de quienes lo contemplan y permiten que siga sucediendo. Es decir, todos los que pasamos por allí, e incluso los que no. Y aún así nos seguimos preguntando: ¿Por qué la conquista de ciertos derechos básicos resulta tan lenta y espinosa? Tal vez porque a fin de cuentas lo único que de verdad nos sigue importando es nuestro propio bienestar, no el de los demás.
Por supuesto, se admiten propuestas. En el fondo, espero que seáis muchos los que no penséis igual. 

2 comentarios:

  1. Tal vez algunas obras de arte cueste entenderlas, tal vez también a sus artistas, pero a veces enfrentarse a un díptico desgarrador te reconcilia con la expresión y el grito.

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  2. El mensaje es,sin duda, profundo e interesante, real a más no poder pero yo voy a otra cosa. A la parte estética desnuda de todo el mensaje: me gusta la parte cromática, la distribución equilibrada de los elementos constitutivos y el contraste entre una y otra pintura. Y, por último, la personalidad. Son inconfundibles.

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