UN PLANETA REVERSIBLE

Dicen los neurocientíficos que nuestro cerebro solo puede “inventar” en base a lo que ya conoce. De ahí esa gran verdad de que “La realidad supera la ficción”. Y en ocasiones, la supera con creces. Veamos un ejemplo.

Recientemente se ha empezado a emitir en un canal español una serie de factura nacional titulada El Barco (Antena 3). El detonante de la historia es que, debido a un experimento fallido con un gran colisionador de partículas (a cargo de un organismo tipo CERN), los continentes son anegados por las aguas. Ya solo existe océano, y este buque escuela es el único reducto humano que se salva.

¿Futurismo? ¿Fantasía? ¿Grandes dosis de imaginación a la americana?

En realidad, puro clasicismo. Pasemos revista a los acontecimientos:

• Desde las más antiguas civilizaciones nos han llegado más de 300 leyendas que hacen alusión a un diluvio universal que cubrió el planeta de agua. Así que no es la primera vez que los continentes desaparecen bajo el océano. 
• Algunas de estas leyendas siguen de cerca el relato bíblico de Noe: los supervivientes a ese cataclismo se salvan en un barco. 
• Que el planeta pudo encontrarse bajo las aguas no es ningún sinsentido. Los movimientos tectónicos serían los responsables de hacer emerger posteriormente los territorios, y el excedente de agua se sumiría en las fosas abisales, algunas de ellas con mayor profundidad que las montañas más altas (el Everest puesto bocabajo cabría en la Fosa de las Marianas). 
• Una prueba de que la tierra firme que hoy conocemos estuvo una vez sumergida son los fósiles encontrados en el desierto del Sáhara, o incluso en la cumbre del Everest (8.850 msnm). Los científicos no dudan en aceptarlo como testimonio de un pasado cataclismo marino. La explicación pasaría por una gran colisión producida en la Era Terciaria entre la India (entonces una isla) y el resto de Asia: el choque levantaría la corteza entre ambos y formaría la cordillera del Himalaya.

Pero por si todo esto no es sorprendente, aún hay más:

• Las montañas crecen. El monte Everest es hoy 25 centímetros más alto que cuando se coronó por primera vez (Hillary y Norgay, 1953), y eso teniendo en cuenta el proceso de erosión. Motivo: el choque de la placa India con Asia continúa. 
• Sin embargo, en la actualidad es mucho más bajo que antiguamente: hace 13 millones de años llegó al medir 12 km de alto.  
• En contra de lo que se piensa, no es el pico más alto del planeta. Hay montañas más elevadas, pero tienen su base bajo el mar y no emergen tanto en la superficie. Por ejemplo, el volcán ecuatoriano Chimborazo.

Es decir: lo que tenemos por materia inerte, las rocas, son en realidad los individuos más revolucionarios del planeta. Siempre han estado ahí y siempre lo estarán. Emergen o sucumben adaptándose a los grandes y dramáticos cambios de la masa terrestre, colaborando con ellos. Y silenciosamente, siguen su proceso evolutivo sin hacerse notar. Muchas de ellas desprenden una energía que los terapeutas utilizan para sanar.

Las culturas antiguas erigían monumentos megalíticos practicando una especie de “acupuntura” a la Tierra para equilibrar sus flujos energéticos.

Hay una autopista de menhires que parte de Bretaña (Francia) cruza el estrecho de la Mancha y penetra en Reino Unido.

Y en solo tres lugares del mundo se da el fenómeno de la fragmentación cúbica de prismas basálticos: Irlanda del Norte, México y el fondo marino de Hawaii. Solo tres puntos en todo el planeta. ¿No deja de ser sorprendente?

Tal vez deberíamos aprender un poco más de este impresionante lugar donde tenemos la suerte de vivir. Ya lo dijo Hermes Trimegisto: “Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra”. O “Como es arriba es abajo”, principio tántrico de la iluminación y ley de correspondencia universal. Por eso el Everest cabe en la Fosa de las Marianas. Tal vez no podía ser de otro modo, simplemente.