miércoles

SEA SHEPHERD: SABOTAJE PRO BALLENAS


Está claro que en ciertos asuntos no se puede andar con paños calientes. Y así lo ha entendido Sea Shepard.
Este grupo ecologista ha logrado que Japón suspenda su campaña de caza de ballenas en la Antártida. Para ello ha utilizado prácticas agresivas que ponían en peligro la seguridad del ballenero Nisshin Maru y sus tripulantes, tal y como declara el gobierno nipón, que incluso los califica de grupo terrorista. Aunque no nos cabe duda de que los de Sea Shepard (que el año pasado perdieron uno de sus botes al chocar contra el carguero) no habrán recurrido a la eficaz maniobra de arponear a diestro y siniestro a sus contrarios, como hacían ellos con los cetáceos.


Los miembros de Sea Shepard llevan años practicando abordajes, lanzando ácidos corrosivos (en ocasiones, mantequilla rancia en botellas de plástico), encadenándose al Nisshin Maru y complicándole su campaña de pesca, hasta que los japoneses por fin han cedido, aunque cabreados.  
Aun así, el Primer Ministro sigue con la eterna murga de que se trata de una campaña científica. Pero bueno, ¿se cree que alguien se lo traga? En 1986 Japón abandonó la caza de ballenas por la moratoria internacional, pero la reanudó un año después amparada en un programa de investigación científico para estudiar el modo de vida y los hábitos alimenticios de los cetáceos. ¡Pero cuánto les interesan estos mamíferos!
Respondiendo al escepticismo internacional que despertó tan pueril excusa, Australia les denunció ante el tribunal de La Haya alegando que el verdadero fin de la expedición era meramente comercial. El litigio está por resolver.
Entretanto, cuando no se emplea la excusa “científica”, se defiende como “tradición cultural milenaria”. El caso es seguir y no parar. No es de extrañar que el Imperio del Sol Naciente haya prosperado tanto: a obstinados no les gana nadie, ni aunque cuenten con la oposición mundial.
Habrá que informarles de que también era culturalmente milenario sacrificar vírgenes a los dioses, o prisioneros de guerra entre los aztecas y mayas, comerse el corazón del enemigo en Papúa y practicar el canibalismo en ciertas tribus de África. Y no por eso seguimos haciéndolo hoy en día. Hay cultura que es para los museos y los libros, no para la vida diaria. Pero claro, cuando también hay dinero por medio… la cosa cambia.
Igual que Japón, Islandia y Noruega continúan pescando ballenas; Japón incluso también delfines. Afortunadamente, la población se está concienciando, y el consumo de carne de ballena ha decrecido tanto en los últimos años que (teniendo en cuenta las reservas almacenadas en el país), no haría falta matar una sola ballena más parar abastecer a todo aquel que en la próxima década se le antoje un filetón de cetáceo.
Con un poco de suerte, los nipones se dan cuenta y se dedican a otra cosa a partir de ahora. Hasta 2008 la cuota era de 1.000 ballenas al año; ahora ha descendido a 500. Este año, debido a los sabotajes ecologistas, se han capturado menos de 100: la peor campaña de su historia, y la mejor de las ballenas desde que a alguien se le ocurrió cocinarlas vuelta y vuelta.
¡Con lo ricas que están las algas y el arroz!

4 comentarios:

  1. ¿Por qué parece ser que el hombre solo acepta la coerción, carajo?. ¿Es que esos señores no comprenden que el planeta y sus especies deben respetarse? ¿Todo tiene que ser a lo bestia? Pero bueno, si no hay otro remedio que siga siendo a lo bestia. A la vista están los resultados.

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  2. La única manera de cambiar las cosas es tomando la palabra los consumidores: en cuanto se conciencie la población japonesa dejarán de capturar ballenas.

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  3. Hasta las pelotas de frontón antes eran fabricadas con piel de ballena. Nosotros esquilmamos la nuestras hace muchos años. Y las que pasan por el estrecho o Canarias desaparecerán también por el tráfico marítimo.

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  4. Me rompe el Corazon :'( ver todas esas imagenes no a la caza de BAllenas ni de ningun otro animal ¡¡¡

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