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UN IPAD COMO CORDÓN UMBILICAL

Dos no discuten si uno no quiere. Pero tampoco dialogan si uno no puede comunicarse. En eso consiste el autismo: los pacientes aquejados de esta enfermedad no encuentran vías de comunicación para expresarse y recibir las impresiones de su entorno. Son incapaces de utilizar el lenguaje o procesar la información que les llega. La mitad de los niños autistas son mudos, y los que hablan suelen hacerlo de forma mecánica, repitiendo lo que escuchan. Su expresión es ausente, su desarrollo es desigual y se resisten a cualquier cambio en su medio. Pero en contrapartida, muestran fascinación por los objetos mecánicos.
Gracias a ello se entienden casos como el de Leo y su tabla de salvación para conectarse con el mundo: un Ipad.

Tal vez se trate solo de un ejemplo aislado, pero en el mundo del autismo cualquier nexo que ayude a conectar al paciente con su entorno es bienvenido.
En el caso de Leo, su madre Shanon llevaba años publicando su día a día y su evolución en un blog (Squidalicious) como forma de mantenerse en contacto con otros padres en el mismo caso. Pero solo la casualidad quiso que después de diez años perseverando en el tema encontrase por fin una vía efectiva de interrelación con su hijo Leo: un Ipad ganado en una rifa.
Leo en seguida exploró las posibilidades del aparato y aprendió a relacionarse con él de forma efectiva. Podía dibujar o escribir con los dedos, sin utilizar un lápiz o un teclado, y esto desarrolló su interés por aprender más. Así llegó a dominar en pocos días los programas de aprendizaje para niños pequeños. La pantalla táctil fue su mejor aliada.
Es decir, el problema de Leo hasta el momento había consistido en algo muy simple, pero que nadie había sabido ver: necesitaba un utensilio acorde con sus habilidades, no el estándar diseñado para el resto de seres humanos.
La comunicación de este niño con su familia ha mejorado notablemente. Además, ha cobrado independencia a la hora de entretenerse y aprender.
Como relación humano-tecnología electrónica es lo mejor que podemos encontrar.
Porque en contrapartida se encuentran los casos de “autistas integrales” que utilizan su ordenador precisamente para alienarse de su mundo y sumergirse de lleno en el virtual. Jóvenes que no salen de su cuarto, con incapacidad para relacionarse con otros si no es a través de la red, que no se comunican con sus padres, que no viven su entorno y que se inventan vidas paralelas prendidas a su avatar.
Pero ellos no son enfermos, lo eligen voluntariamente. Eso los convierte en frikis.
Una llamadita de atención para estos obsesos de lo virtual: no os olvidéis de vivir en el mundo real. Otros que no pueden están deseando hacerlo, y hasta os llevan ventaja pese a sus limitaciones. Que no se diga. Un crío como Leo os da sopas con honda.
Querer es poder.

Shanon des Roches también ha publicado dos libros sobre el autismo, investigando desde distintas perspectivas: Can I Sit With You? y Can I Sit With You Too?

2 comentarios:

  1. La verdad es que siempre pensamos en la tecnología para el ocio, y cuando la usamos para facilitarnos la vida al final no sacamos partido a todas las opciones de los aparatos.
    Es impresionante que además pueda servir para integrar a un niño con problemas en el mundo que le rodea. Tal vez tendrían que fomentarlo en las escuelas de educación especial y crear programas específicos para ellos.
    GRETA N.

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  2. Realmente los frikis de la informática como yo somos de alguna manera autistas. Siempre encerrados en nuestra burbuja, y la tecnología nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades sociales, casi inexistentes.

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