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SOS: PERIODISTAS PERSEGUIDOS


¿Dónde se escondería Saviano, perseguido por la camorra tras su polémico libro?
¿O Daniel Stulin tras levantar las iras del Club Bildelberg?
Si alguien se lo ha preguntado alguna vez, aquí tiene la respuesta:
35, Rue de Cauchy
75015 París, Francia.
¿Que cómo lo sé? La verdadera cuestión es que si lo sé yo, también lo sabrán quienes les persiguen, ¿no?
Uno piensa que estas cosas deberían ser un poco top secret, pero no. La misma web de la organización da pelos y señales de las labores que realiza, ubicación, condiciones de asilo, etc. Así que no es difícil encontrarlos.
Lo mejor es que ahora, por si la casa de París se queda pequeña, se va a construir otra en Cádiz. El proyecto ya tiene monumento conmemorativo (eso siempre es lo primero): la escultura del candado-pluma, de Luis Quintero.
El Candado se plantó en 2007, y por cuestiones políticas ha ido rodando de un sitio a otro hasta recabar en la Glorieta de los Periodistas gaditana, donde fue reinaugurado en 2009, esta vez como conmemoración al centenario de la Asociación de la Prensa de Cádiz. Vamos, un monumento reciclable, apto para cualquier evento del gremio.
Entre tanto, el proyecto del edificio ha dormitado, y a día de hoy sigue sin ver la luz.

La Casa de los Periodistas se proyectó como un centro de acogida para reporteros perseguidos de todo el mundo, especialmente hermanado con Hispanoamérica. Tendría capacidad para dar refugio a 12 profesionales, tramitaría su documentación como refugiados políticos y les facilitaría un programa de inmersión en la cultura española y los medios de comunicación de nuestro país.
Vamos, sobre el papel, todo muy bonito.
Aunque sería más bonito si ya se hubiera llevado a la práctica.

Claro que si nos parecía excesiva la publicidad de la web de la Maison des Journalistes parisina, no os perdáis la información de la organización española: hasta publica los planos del edificio, por si acaso alguien quiere planear un ataque sorpresa.
SIN COMENTARIOS.  
Presupondremos que cuentan con una red bien estructurada capaz de llevar a cabo su labor en la sombra, aunque se anuncien. Y que Dios nos pille confesados.

Porque la libertad de expresión es lo que tiene: existir, existe. Pero según lo que digas y a quién moleste, atente a las consecuencias.
Ya en los ochenta Salman Rushdie tuvo que evaporarse tras publicar los Versos satánicos, y desde entonces, pocas veces se le ha vuelto a ver el pelo.
Denunciar no sale gratis, y eso lo saben los periodistas. Esperemos que si alguno de ellos tiene que recalar en Cádiz, pueda pasar inadvertido entre el pescaíto frito y el jolgorio de carnavales. 

1 comentario:

  1. ¡Pobre Andrea Berlián si tuviera que esconderse en Cadiz! En Andalucía corre un dicho que puede aplicarse a los propios periodistas perseguidos por el poder: ¡No vale ni pa estar escondio!

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